Es la responsabilidad de cada uno el mantener un fluir armonioso de la energía que nos regala el Padre, por encima de todos los disturbios exteriores y las provocaciones que recibamos todos los días.
Si observamos la cantidad y la diferencia de emociones que pasan en una sola hora, podemos juzgar la cantidad de veces que los electrones habrán tenido que cambiar de velocidad y de cualidad de radiación durante el día. Es casi imposible un progreso permanente.
La persona tiene que poner conscientemente un cese al despilfarro y comenzar a educar su auto-control paso a paso a través de las experiencias del día, a pesar de las provocaciones ajenas, y precisamente, aprovechando esas provocaciones.
Nuestro "patrón" (vibratorio) tiene que ser constante para que podamos adelantar; así, no nos podemos dejar dominar por ataques de furia, de llanto, de impaciencia, sino que tenemos que poner en práctica todo lo que nos ayude a dominar el impulso.
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